lunes, 4 de noviembre de 2013

Black Fantasy

Lo sabía, sabía que había visto un asesinato, ¿pero quién quiere tener algo así en su memoria? La sangre, los restos, el cuerpo yaciente en una posición casi cómica, como si fuera una marioneta a la que de pronto le cortaron los hilos, un bailarín caído... Sí, sabía lo que mis ojos habían captado sin querer en un momento fugaz, una mirada involuntaria resultado de ese tronido en medio de la noche. Jamás podría olvidar su cara, ese rostro desfigurado mezcla de la sorpresa y el dolor. Y la sangre... tan irreal, casi tan falsa como la de las películas... Todo me recordaba las ilustraciones de batallas medievales y los cuentos de hadas que mi madre tanto me había leído de pequeño. Sí, ahora todo era un cuento de hadas, uno donde un enorme dragón había vencido al guerrero aplastando su cráneo contra el piso. Era un cuento sin final feliz donde los magos torturaban a los hombres y las brujas se comían a los niños. Daba igual que fuera de día o de noche, siempre había un muerto esperando en la esquina. Así son, así serán las calles de mi ciudad.



domingo, 8 de septiembre de 2013

¿Cómo puedes enamorarte...?

¿Cómo puede uno enamorarse de un país que jamás ha visitado? ¿Cómo es posible amar un platillo que jamás se ha probado? ¿Cómo idolatrar a una persona que nunca se ha conocido? ¿Cómo creer en algo que jamás ha sido visto? ¿Cómo es que los seres humanos amamos tanto lo que no conocemos, pero olvidamos el amor por las cosas que ya probamos?

¿Por qué resulta más fácil sentir por lo desconocido que por lo cotidiano? ¿Por qué se espera con más ansias una aurora boreal que un amanecer? ¿Por qué se cree que es más perfecto un beso bajo la lluvia que bajo el mismo techo? ¿Acaso se pierde o se gana algo tan sólo por la situación y no por los más puros sentimientos? ¿Es que no sigue siendo el cielo en su magnificencia, con los colores más bellos y vivos, el mismo aquí que en París o en Nueva Delhi?

¿Por qué? ¿Por qué insistimos en que nuestra vida no puede ser perfecta tal y como la conocemos, en el lugar donde nos encontramos y con la gente que ahora tenemos? ¿Por qué la inconformidad pareciera ser la bandera izada de todos los seres humanos?

Cuando miro al cielo en las noches de frío-verano-antes-de-invierno sólo puedo escuchar la melodía del silencio acompañada por el compás de los árboles meciéndose al viento... No, no hay ni habrá respuestas a mis preguntas, pero por lo menos aún tengo la paz que desde ayer siento.


jueves, 1 de agosto de 2013

13 vueltas


Lo había deseado desde hacía tiempo. Había soñado con algo o alguien que pudiera acabar con las personas que la desesperaban o la hacían sentir mal: amigos, enemigos, familia. Si tan sólo pudiera transformarlos en cucarachas y corretearlos, o arrancarles una a una sus patitas, o aplastarlos hasta reducirlos a nada. Pero no, la realidad era otra: debía escuchar y callar, sin responder, casi sin sentir, pues su opinión no importaba en ese mundo de gente egoísta.


Y entonces todo cambió. No sabía si había sido por mirar tanto tiempo las estrellas en sus noches en vela (tal vez había deseado al mismo tiempo que una estrella fugaz pasaba en algún rincón del universo), o si sería por las monedas que se le habían caído en un charco a inicios de la semana (aunque no fuera precisamente una fuente), o quizás por haber observado a esa vieja señora verrugona del supermercado (que bien podría ser una bruja que convertía los sueños en realidad), pero la respuesta a sus súplicas había llegado hacía unos días en la forma de un inocente reloj de bolsillo.

Lo vintage se había puesto de moda, junto con todo lo que reflejara la nostalgia por un supuesto mejor pasado que nos había abandonado en el tortuoso presente. Primero creyó que sería de alguna de sus hermanas: un hermoso reloj dorado, redondo, con algunos relieves que representaban flores y aves. Pendía de un cordón fino, a modo de collar, y se veía tan viejo como sus abuelos, lo cual ya era decir bastante. Lo dejó en la mesa de la cocina antes de meterse en más problemas.

Sin embargo, a la hora de la cena nadie lo reclamó y ella pensó que no estaría mal tener un nuevo collar en su guardarropa. Esa noche tuvo un sueño extraño: soñó que el reloj le hablaba. Y no sólo eso: le daba instrucciones para matar a la gente. Era tan fácil y claro que despertó de golpe y no pudo cerrar el ojo en un buen rato, observando a lo lejos el reloj que apenas brillaba bajo la pálida luz rebelde que se colaba por las cortinas.

A la mañana siguiente sus compañeras del colegio la hicieron enojar. De nuevo las burlas, las críticas, las metidas de pie en el pasillo para que se cayera o los jalones de sostén en medio de un examen para que gritara. No las toleraba más. En el recreo huyó a un rincón alejado del patio y tomó su reloj entre las manos. Sabía que era absurdo pero no perdía nada con intentarlo, ¿qué más daba que hubiera sido un sueño?

Siguió las instrucciones tal como las recordaba: dio trece vueltas al reloj hacia atrás, murmuró el nombre de la chica que más la molestaba, y la observó a lo lejos platicando presumidamente con sus amigas. La niña más popular de la escuela quería lucirse frente a los demás y se puso a modelar para todos los voyeristas que la ansiaban en secreto. Pero el pasillo no era espacio suficiente y subió las escaleras. Bajaba los escalones con gracia cuando uno de sus pies resbaló y se desplomó, golpeando su cabeza fuertemente en el suelo. Los gritos llenaron el patio… al igual que la sangre.

No lo podía creer, había funcionado. Esa arpía molesta estaba muerta y ella lo había hecho. ¿Lo había hecho? No, no, debía ser pura coincidencia, esas cosas podían pasar… ¿O no? Aunque intentar de nuevo tampoco le quitaría nada, una persona más, una persona menos. Observó a una de sus amigas que siempre las criticaba a todas y se sentía una diva. Estaba comiendo unas pastillas de fruta mientras comentaba entusiasmada la muerte de su compañera. Vueltas, susurro, mirada. Su supuesta amiga hablaba de cómo podría ser la reina de la escuela ahora que la otra estaba muerta, cuando una pastilla no descendió por su garganta y comenzó a ahogarse. Estaba sucediendo, realmente estaba pasando. Tenía el poder del mundo en sus manos. Podía controlar a todos, nadie volvería a meterse con ella.

Mientras su amiga era socorrida por varios maestros en vano, ella se levantó y se fue, sintiendo el placer que sólo podía dar el poder y el control sobre los demás. Observó el patio y distinguió al chico que la había humillado una vez, tratando de sobrepasarse... y qué tal aquel otro que había lastimado tanto a su hermana, o ese profesor que la había reprobado hacía dos años.

Vueltas, susurros, miradas…

Habían pasado dos días. Las personas creían que el colegio estaba maldito: doce muertes en 48 horas. Tendrían que cerrar el instituto en lo que se hacía la investigación. Pero a ella nada le importaba. Se sentía gloriosa, fuerte, invencible, magnífica; como si fuera una antigua diosa olvidada que regresaba para cobrar venganza.

Llegó a su casa temprano, ese día ya no habría clases. Cuando abrió la puerta le sorprendió no ver a su madre o a las sirvientas, pero le restó importancia y subió a su cuarto. Iba en las escaleras cuando escuchó ruidos extraños y se acercó a la habitación de sus padres. Ojalá no lo hubiera hecho. Su madre estaba ahí con un hombre que ella no reconocía. Estaba por irse cuando su hermana mayor apareció y cerró la puerta discretamente, diciéndole que no se metiera en donde no la llamaban. Así que ella sabía también y no decía nada.

Enojada, tomó su reloj y lo apretó con fuerzas en su mano. No quería hacerlo pero a la vez pensar en su padre, en el dolor que sufriría al enterarse, en cómo su madre los había engañado a todos. Su hermana la jaloneó e intentó aventarla a su cuarto, pero se zafó y clavó sus ojos en ella. Mentiras, secretos, traiciones… estaba harta.

Vueltas, susurro, mirada…

Su hermana comenzó a inclinarse hacia el lado izquierdo, apretando su brazo con fuerza. Parecía que quería jalar aire pero éste huía de ella. Intentó gritar, decir algo, pero los sonidos no escapaban de su garganta. Pronto cayó al piso, con los ojos clavados en su hermana menor que sonreía mientras ella moría.

Pasó encima del cadáver y abrió la puerta. Su madre y su amante se giraron al instante, sorprendidos. Esta vez sí la habían visto. Ella comenzó a girar el reloj, pensando en acabar primero con su madre, cuando escuchó unos pasos detrás de ella. "Papá", dijo al tiempo que lo veía a los ojos, pero entonces su padre dio unos pasos hacia atrás, tropezó con el cadáver de su hija mayor y cayó por las escaleras. Cuando se asomó por el barandal vio el charco de sangre: había murmurado el nombre incorrecto.






 

[Cuento registrado. Todos los derechos son de Montserrat Reyes Orraca. Prohibida la reproducción total del texto sin autorización del autor. Si citas, cita la fuente]. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Farewell, Little Black Star


Duele, duele mucho, tal vez demasiado. Duele haber sido borrada de tu vida como si lo nuestro hubiera significado tan poco. Lo sé, lo siento, no es que quiera sonar como todos, con frases como "creí que lo nuestro era especial" pero... en serio lo sentía, al menos una parte de mí.

Coraje, siento muchísimo coraje. Coraje porque tú, al final de cuentas, fuiste quien me convenció de que lo nuestro era diferente, que había una "conexión". Yo, tan metida en mi mundo, detrás de barricadas y escudos anti-personas-relaciones-y-todo-lo-que-se-le-parezca; y tú, tan sonriente, tan juvenil, convencida de que nuestra amistad estaba predestinada.

Yo ya tenía a mí persona especial, a mi pequeña, y por ti la dejé de lado, creyendo en tus palabras, encariñándome con tus detalles, sintiéndome alabada por la admiración que me demostrabas... ¿y ahora qué queda? Nada, una simple y llana nada.

No quiero generalizar, odio hacerlo, pero pareciera una comprobación más a lo ya sabido: las relaciones entre humanos son peligrosas. No importa lo que se haga, tarde o temprano uno de los dos saldrá lastimado. Ahora siento el vacío de tu ausencia, de tus risas, de tus bromas, de tus letras... ¡No es justo jugar con la gente y engañarla!

No, pequeña, tarde o temprano comprenderás que lo nuestro sí era especial, pero ya ha terminado.

Farewell, little black star, Farewell and goodbye.

P.D.
Cambiaste... o tal vez ambas lo hicimos. Da igual. El punto es que tú tomaste un camino que no me incluía y yo no pienso seguir por tus rumbos oscuros. Tal vez más adelante haya una encrucijada donde nos volvamos a encontrar. Hasta entonces, adiós querida amiga, adiós.




 



martes, 23 de julio de 2013

Leer es como amar


Leer es como amar, es al menos lo que a veces pienso. Hay libros tormentosos, intensos, pasionales, serios... Hay libros que parecían prometer mucho y a la mera hora no fueron nada bueno; otros cuya vaga portada no hace justicia a su extraordinario interior.

Leer es como amar. Las relaciones con los libros pueden ser sumamente románticas, de una infinita necesidad que raya en la locura, en la obsesión, en ese deseo por tocarlos y tenerlos entre las manos y no dejarlos ir. Por olerlos, sí, olerlos hasta memorizar ese aroma a viejo o a nuevo, a hojas, a libertad, a sueños...

Leer es como amar. Es solitario, como cada relación donde crees que compartes en un perfecto equilibrio pero al final no sabes quién da más y quién da menos. Es doloroso, sumamente doloroso. Hay una ruptura inminente aguardando al final del libro, pero seguimos por la loca creencia de que necesitamos saber qué pasará...

Leer es como amar. Y tal vez por ello he huido de la lectura en los últimos años como he huido del amor. Porque en el fondo hay miedo a desnudarse y mostrar las emociones, a confiar en el otro y dejarse llevar por sus palabras y sus imágenes que prometen tanto, miedo a creer que el final valdrá la pena sin importar lo que hallemos en el camino. Miedo, siempre todo se reduce a eso.

Me pregunto si reencontrando poco a poco el amor a la lectura me encontraré también con el amor, puro y verdadero, exacto como un libro. Y si así fuera, ¿confiaré?

Miedo... también los libros provocan eso. Miedo a terminar una excelente historia y saber que al final no habrá más... ¿y si no hay más?



miércoles, 17 de julio de 2013

Con espíritu divagante...



Hoy vengo con humor de no decir nada al mundo y de hablar al mismo tiempo, es decir, de divagar, de irme por las ramas, de no pensar y re-pensar en las palabras y sólo dejarlas salir como vengan, en un torrente sin sentido ni razón. ¿Por qué hago esto? Porque "me dejaron de tarea" escribir a diario, todos y cada uno de los días, y aunque ya lo hice hoy, siento que tengo una especie de bola de pelos atorada en la garganta que me lleva a decir: más, escribe más; ¡pero mi mente está seca de ideas!

¿Qué debería hacer? ¿Un cuento, un artículo, un poema? ¿Acaso en realidad importa? ¿Por qué no sólo escribir? Escribir sobre nada y sobre todo. Escribir sobre ti, sobre mí, sobre lo que fue y lo que nunca será, sobre esas tontas noches y rejuvenecidas memorias que regresan a mí como una tormenta amorosa que no quiere marcharse. Así, como esas novias celosas que en cualquier momento podrían matarte por no prestarles la atención que consideraban suficiente.

Escribir, así como se habla y se piensa, con un vaivén de emociones y pensamientos incoherentes que toman forma hasta que veo las palabras impresas frente a mí. Y entonces entiendo. Entiendo que no es que no supiera sino que no quería saber. Entiendo que otra vez todo se reduce a ti, a mí, a los kilómetros de mar sin sombras que nos separan, a las altas horas de la noche en desvelo donde paseo mi mente por los jardines de lo que "hubiera querido" y "lo que podría ser". Y me aferro a las esperanzas, a las locuras, a los impulsos, a las pasiones que brotan de lo más profundo de mi corazón no-enamorado, y me pregunto... ¿dónde demonios quedaron las letras?


martes, 16 de julio de 2013

Río escarlata


Los cazadores estaban cerca, podrían alcanzarlos en tan sólo unos minutos. Era imposible que llegaran más lejos con la herida de su padre. Un ruido sordo llenó el mal augurado silencio del bosque. Por un momento temió lo peor, pero al voltear vio al viejo hombre sacudiéndose unas hojas secas. Había caído una vez más, estaba débil y seguramente el dolor le hacía más arduo el camino.
— Deberías dejarme —murmuró su padre cuando se acercó a levantarlo.
— No digas tonterías —masculló malhumorada.
— Tienes más posibilidades de huir si estás sola...
— Cállate y camina, aún nos falta mucho —dijo al tiempo que desviaba su mirada; se negaba a ver el dolor en su rostro.
— Sabes que ellos están cerca y...
— Con mayor razón debemos apurarnos.
Volvió a colocarse el arco y el carcaj al hombro y empezó a andar con paso veloz. Intentó poner una buena distancia entre ambos, lo suficiente para mantenerlo vigilado pero que a su vez no la viera derramar las dos lágrimas rebeldes que se habían empeñado en brotar. Estaba furiosa. No entendía por qué él no luchaba, por qué nadie lo hacía, así como tampoco lo habían hecho su madre o sus hermanas. Ahora todos estaban muertos en su aldea, todos menos ellos dos. ¿Pero de qué servía celebrar una victoria cuando sus perseguidores estaban pisándoles los talones?
Según les había dicho la Adivina, había un pueblo de exiliados pasando el bosque encantado. Era el único refugio que quedaba en aquellas tierras donde el poder de la Emperatriz se había instaurado; nadie había logrado llegar más lejos. Aunque tampoco nadie había sobrevivido al ataque de los Elfos Oscuros... hasta ahora.
Thalía volvió a mirar sobre su hombro sólo para confirmar lo que sus oídos le iban diciendo: su padre seguía detrás de ella, lento pero constante. Caminaba de lado, seguramente por la herida que uno de los Elfos Oscuros le había abierto con su espada. La Adivina había intentado curarla pero estaba infectada. Sabía que pronto su padre tendría fiebre y alucinaciones, debían llegar al otro pueblo lo más pronto posible.
Siguieron andando en silencio. Cada cierto tramo el viejo caía al suelo y se volvía a levantar, pero cada vez le costaba más ocultar la aflicción y el cansancio en su cara. La noche se iba haciendo más fría y oscura, encerrándolos en una espesa niebla que ocultaba el camino. Resignada ante las circunstancias, Thalía le indicó a su padre que entrara en el hueco de un antiguo árbol muerto, mientras ella buscaba hojas muertas con que taparse.
Cuánto habría deseado prender un fuego, pero los Elfos Oscuros seguían cerca y no podía correr ningún riesgo. Thalía cubrió a su padre con las hojas y ramas, y lo dejó dormir. Decidió recargarse contra el árbol y cerrar sus ojos, de cualquier manera no le servirían de nada en la oscuridad total; en esos casos eran sus oídos quienes le avisaban de cualquier peligro.
Las horas pasaron sin un ritmo fijo, a veces veloces como gacelas, otras lentas como orugas. No parecía que al tiempo le importara mucho cómo transcurría en la noche. Poco a poco el frío se volvió un soplo helado y fantasmal que penetraba hasta los huesos. Intentó calentarse frotando sus manos y soplando sobre ellas, pero el vaho se enfriaba apenas dejaba su boca. Su padre comenzó a toser y a gemir al poco rato; seguía dormido, pero podía ver que estaba sufriendo. Tocó su frente: hervía. Si no amanecía pronto, el viejo hombre no pasaría la noche.
De pronto todo quedó suspendido: el frío, el tiempo, los ruidos. Era como si el planeta se hubiera tomado un momento para bostezar con calma antes de que los rayos de sol comenzaran a teñir los árboles y las plantas. Los trinos de los pájaros aumentaron a un nivel casi ensordecedor... si no fuera porque tenía que cuidar sus flechas, mataría a los que tenía más cerca.
Esperó a que el camino reapareciera frente a ella, dibujado por el gélido sol matutino. Con cuidado, movió a su padre y lo hizo despertar. Comieron el poco pan que les quedaba y fingió no tener sed para que el hombre se terminara el agua. No debían estar lejos del río que marcaba el final del bosque, y una vez que llegaran a él, el pueblo estaría a un tiro de piedra.
Reemprendieron la marcha, aunque a paso más lento esta vez. No quería presionar a su padre ni cansarlo pues, aunque no hablaran, sabía que estaba demasiado enfermo. Al poco de andar encontró una rama fuerte que le serviría de apoyo. Él sonrió agradecido, pero Thalía no podía devolverle la sonrisa cuando su rostro se veía tan pálido... como si ya estuviera muerto.
Siguieron de nuevo entre los troncos y las raíces, cuidando de no hacer demasiado ruido. Aunque los Elfos Oscuros no parecían rondar, había varias historias de que podían aparecer de pronto y matar a cincuenta personas en sólo unos minutos. Eran seres crueles, despiadados, entrenados para ejercer la voluntad de la Emperatriz.
Pronto el sonido del agua escurriendo se hizo notorio. Thalía se detuvo en seco para comprobarlo: sí, era el río, estaban cerca del final. Impulsada por la buena nueva, comenzó a andar más deprisa, olvidando que su viejo padre no podría seguirle el ritmo. Trotó un poco y lo vio aparecer frente a ella: el límite del bosque, el arroyo cristalino que corría entre rocas negras, y del otro lado el barranco y las tierras que habían sido antaño asoladas por la Emperatriz hasta reducirlas a cenizas. Si la Adivina no había mentido, escondida en el barranco había una cueva que fungía como entrada al pueblo de exiliados. Sólo tenían que llegar a ella y... De nuevo un ruido sordo.
Thalía volteó hacia atrás: su padre estaba en el piso, pero no se levantaba. Corrió hacia a él y lo vio tratando de jalar aire. Estaba demasiado cansado. Se inclinó y tocó su frente hirviente: tenían que llegar al pueblo de inmediato.
— Vamos, levántate —le dijo al tiempo que lo impulsaba hacia arriba—. Ya casi llegamos.
— Sólo dame unos minutos...
— No, ya casi llegamos. Podrás descansar cuando estemos en...
Los dos se voltearon a ver al instante. Un nuevo ruido había cruzado el aire, pero era el ruido filoso producido por las lanzas que cortaban todo a su paso. Thalía tiró a su padre al piso a tiempo para ver una lanza clavarse en el árbol que tenían detrás. Sacó una flecha con velocidad y la apuntó hacia el lugar de donde provenía el objeto, pero su flecha siguió de largo, sin clavarse en nada.
Thalía le indicó a su padre que no se moviera, mientras ella inspeccionaba la zona. No se oía nada, ni siquiera el aleteo de una mariposa. Los Elfos Oscuros estaban ahí y, por lo visto, se entretenían cazando a sus presas. Un nuevo ruido de metal atravesó el bosque y ella se giró a tiempo, mientras disparaba más flechas. El sonido sordo de un pesado objeto al caer le hizo saber que había dado en el blanco, aunque no pudiera ver a esos temibles hombres.
De nuevo el sonido, la lanza, las flechas... Parecía casi una danza y comenzaba a gustarle el ritmo, cuando de pronto oyó un gemido detrás de ella. Una de las lanzas le había dado a su padre, atravesando su hombro derecho. Thalía se congeló en el acto y corrió hacia él, tratando de contener las lágrimas mientras revisaba la herida. Era profunda, demasiado profunda.
— Huye —le dijo su padre—. Tienes que irte ahora.
— No, sabes que no te dejaré.
— Thalía...
La joven arrancó la lanza con el mayor cuidado posible, viendo que la punta surgiera entera. Estaba pensando en cómo cargar a su padre, cuando otro filoso ruido atravesó el aire. Reaccionó casi por instinto, utilizando la lanza como un escudo para desviar el arma que le había sido arrojada. Tomó un puñado de flechas y las mandó a diestra y siniestra, deseosa de matar a todos los elfos que pudiera. Después miró de nuevo a su padre, casi transparente, cuya respiración se había vuelto más difícil y pesada.
— Vete —murmuró.
Ella se giró, no quería verlo.
— Por favor —le rogó su padre—, no me hagas presenciar tu muerte.
Estaban a tan sólo unos metros del río, tan cerca de la libertad... Pero era imposible llegar a la cueva con su padre tan malherido y enfermo, ambos lo tenían claro. Estaba por darse la vuelta e irse, cuando el viejo hombre dijo:
— No me dejes morir con ellos.
Ella sabía lo que eso significaba. Asintió y se alejó un par de pasos, tratando de contener sus emociones y de mantenerse alerta ante los Elfos Oscuros que aún la acechaban. Luego se volteó con la lanza lista y la arrojó lo más fuerte que pudo, clavando sus ojos en el piso. No tuvo que levantarlos para saber qué había pasado; podía ver la respuesta reflejada en el río escarlata que corría a sus pies. Ahora sólo debía luchar por su vida.







[Cuento registrado. Todos los derechos son de Montserrat Reyes Orraca. Prohibida la reproducción total del texto sin autorización del autor. Si citas, cita la fuente]. 

jueves, 11 de abril de 2013

Espíritu


Luz, luz, luz, hoy no hay nada más en mi vida. Armonía pura armonía... Si uno tiene que morir para renacer en una criatura de fuego de alas rojas y anaranjadas, no veo por qué tenemos tanto miedo. Me siento poderosa, especial, como aquella joven de los libros que acaba de descubrir que es única y valiosa, la guardiana, la elegida, quien viene a salvar al mundo del caos final.

Estuche de monerías que coquetea con garbo ante príncipes y emperadores, adoradores que vienen de todos los rincones del universo para verla... Ah, dulce princesa soñadora que ahora aceptas tu realidad, déjame decirte la suerte que tienes de ser tú y simplemente tú.

Sí, sí, ahora lo entiendo. Querer ser alguien más es un veneno lento y amargo que se toma en dosis pequeñas pero sumamente dolorosas, hasta que uno se destruye a sí mismo por completo. Pero no más black, noir, negro; no más tardes grises y lágrimas saladas; hoy cantemos al compás del viento y dejemos que nuestra alma renazca junto al verdor de los sauces llorones y las jacarandas que llenan de vivos colores el paisaje de la primavera.

Feliz, feliz, feliz. Es simplemente un estado de paz y seguridad, de comprensión absoluta. No importa si no te mueves, no importa si decides estar quieto y sólo observar el mundo, porque ésa es, al final de cuentas, la felicidad absoluta.

¡Píntate de colores otra vez, oh, hermoso atardecer! Que tus rosas y rojos me acompañen y velen mis sueños en esta noche estrellada, que las hadas bailen sobre mis cabellos de sándalo y lavanda. Yo sólo quiero oír los suspiros que me trae el viento mientras siento el frío y el calor danzando sobre mi piel de nívea blancura.



martes, 12 de marzo de 2013

Joyeux Anniversaire!


Hoy se cumple otro año más de vida de mi pequeño. Decidí tomarme un momento (que se convirtió en poco más de una hora) para releer algunas de mis entradas antiguas. Fue sorprendente todo lo que redescubrí de mí misma, de mis vivencias, mis miedos, mis amores, mis olvidos...

Tener un blog como éste es casi como tener un diario en el cual expones tus sentimientos más profundos sin miedo a ser juzgado, y con la esperanza de que alguien más que se sienta igual pueda salir también adelante y mantenga su esperanza.

Gracias a todos mis lectores, continuos o incidentales, pues al final del día lo que importa es compartir palabras que reflejan sueños e ilusiones universales. Los dejo con un blog renovado que estrena nuevas secciones. Espero sean de su interés y que sigamos fluyendo juntos en las corrientes cristalinas del universo.

Un abrazo,

lunes, 11 de marzo de 2013

Witernee


Sí, hasta ahora me había limitado a escribir fragmentos que llegaban a mí de las voces de mi ser; intentos de poemas, frases y pensamientos que brotaban en un momento de intensos sentimientos, torbellinos de problemas, frágiles estados de paz, amores fugaces... Pero quiero abrir un espacio en este mundo que he creado para hablar de mi ópera prima, aquella pasión que ocupa mi alma, mente y corazón: mi universo.

Mi universo es mágico y cambiante. Está lleno de todo tipo de seres libres, con luz y oscuridad en su interior, con sueños e ilusiones... Todos ellos viven y conviven en un mundo que he creado durante años y que cada día, cada minuto, se ve enriquecido por nuevas palabras, vivencias, imágenes, sonidos, aromas, instantes, personas...

En este mar-playa-bosque-montaña-lago-etc. todo es posible porque todo se reduce a lo fundamental: fe y confianza en uno mismo. De aquí soy yo, de ahí nacen todas las ideas, y de ahí surgió un submundo (si le podemos llamar así) que he nombrado como Witernee. ¿Qué es Witernee? Bueno, para eso tendrían que leer la saga de libros que escribí al respecto: Ikmorte; pero aún no la he publicado. ¿Por qué? Por los mismos miedos y sombras que atormentan a tantos de nosotros, impidiéndonos arriesgarnos y dar un paso más allá del límite del camino.

Mas todo va a cambiar: he tomado la decisión de enfrentarme a los monstruos a muerte y luchar por lo que más amo: mis libros. Haré hasta lo imposible porque vean la luz, permitiendo que este universo llegue a ti y, con un poco de suerte, te deje algo, al tiempo que se enriquece más con tu presencia.

Sólo adelantaré algo: Witernee es una hacienda ubicada en los montes y valles del bajío mexicano. Esta hermosa hacienda -ahora de paredes blancas- conserva algo mágico en su interior. Está rodeada por bellos y extensos bosques, verdes praderas, ríos y lagos bordeados por jacarandas y sauces llorones, y un cielo siempre turquesa y radiante.

Espero pronto poder hablar de este universo con muchos de ustedes. Mientras tanto, les dejo una de las primeras imágenes que me inspiró en mi búsqueda por estas antiguas construcciones: las haciendas.

Un abrazo,

Colibríes


Aleteos suaves que tranquilizan mi mente, suspiros de vidas pasadas que recrean mi presente. Un camino de luz silenciosa que guía mi alma entre las altas sombras de torres y escaleras y personas y animales y garras y monstruos y sonrisas macabras. Sí, veo las burbujas flotando sin orden ni control en mi vaso de agua y me pregunto si el cristal será capaz de conservarlas por siempre en esa cárcel de vidriosa transparencia que enturbia mi mente. Ser o no ser, he ahí la cuestión, es la voz que se levanta entre las tumbas esmeraldas donde duermen mis antepasados con sus cuellos de encaje y ridículos brocados que recuerdan las épocas de los caballos blancos muy blancos. Espíritu de ser y niebla, maestro susurrante que calla secretos inmortales, ven y apodérate de mi alma que navega en un mar de idas y venidas, ahogándose entre flores de lilas y rosas terminaciones. Oh, tú, que me lees y escuchas, ¿acaso entiendes mi llamado? Tiempos fuertes han llegado con bombas plásticas e imágenes encriptadas, dime tú, dime, ¿cómo es que vuelan tanto los colibríes?

martes, 26 de febrero de 2013

Desafío






Me siento perdida, totalmente frenada, y lo peor es que odio este sentimiento que hacía meses había logrado superar, acallar, dejar en el pasado. Ha regresado y con más fuerza que antes, haciéndome dudar hasta de mi reflejo en el espejo, que unas veces me habla y otras me miente, que me dice te odio con los ojos y te amo con la boca. ¿Qué debo hacer para creerme?

Sola, realmente estoy sola. No es el sentimiento de estar varado sin nadie a tu alrededor, sino la comprensión misma de que, al final de cuentas, somos almas que transcurrirán en una eternidad de soledad mientras se topan con otros en el trayecto.

Desesperanza, dudas, miedos... ¿pero a qué? Quisiera tan sólo entender esos gritos que calla mi pecho y así obtener las respuestas a estas tormentas que me agobian cada vez por más y más tiempo. Época de cambios, sí, y de muchas revelaciones, ¡pero no dicen cuándo llegarán las respuestas, ni cómo o dónde buscarlas! ¿Acaso creen que con hacer notar lo obvio uno puede armar el universo?

Enojo, eso es lo que más temo, sentir tanto coraje, y rabia, e intolerancia dentro de mí y no saber cómo detenerlo, erradicarlo por completo. Quiero encontrar mi punto de paz y equilibrio, pero el constante vaivén de las olas no deja de golpearme. ¿Acaso me mentí antes, cuando sentía que ya lo tenía todo? ¿O simplemente era un sueño y nuevamente he despertado?


jueves, 17 de enero de 2013

Once Upon a Time


Hace mucho mucho tiempo había una bella princesa con vestido de pétalos rosáceos y níveos pies descalzos que brincaba sin parar. Corría y corría, siempre sin mirar atrás, pero sin darse cuenta en las tierras de la malvada bruja cayó, quien a un eterno sueño la mandó.

Magic is coming...

El hechizo se ha roto, su propio corazón lo quebró luego de que una mariposa de alas de oro se posara sobre su gélido pecho. Ahora abre los ojos, ahora vuelve a ver, y vislumbra ese bosque de sombras y miedos a donde fue a caer. Mas no teme, se siente segura, sabe que todo estará bien, pues las aves de alas purpúreas son sus amigas, y todos los animales y las plantas también.

Love is coming...

Corre, niña, corre. Corre y encuentra a tu príncipe azul. Ya eres libre del maleficio, ya has recuperado tu luz. No te detengas, no estés quieta esperando a que el destino llegue a ti. Corre, mi niña, corre. Ve a ser feliz.