domingo, 29 de junio de 2014

A veces se me olvida quererte

A veces se me olvida quererte. Te dejo de pensar y tu recuerdo se desvanece con la esencia de la noche y cuando vengo a ver ya no eres de nuevo nada ni nadie, mi querido vacío. Y te dejo ir, sin darme cuenta. Te dejo escapar con una exhalación quizá más dolorosa que la anterior, con un quejido en mi interior que intuye que algo está pasando.

De pronto la vida transcurre más serena, como si hubiera sido tu presencia ausente la que me atormentaba todo este tiempo. Pero cada vez que estoy por sonreír ante la cálida brisa apareces de nuevo en mi mente, a veces con más fuerza que antes, tan real, tan seguro de ti mismo y de lo que siento.

Te aferras con afiladas garras a mi piel, dispuesto a no permitir otra separación, algo que pusiera fin a tu existencia. Y yo lloro, lloro en silencio, porque sigo teniéndote sin tenerte, y amándote sin amarte, y ni somos uno ni somos nada.

Los años se desvanecen en una eternidad de lágrimas y vientos y sangre y recuentos. Tantos sueños creados y despedazados que volvemos a romper y reparar en un juego infinito que pareciera divertir más al diablo que a los ángeles.

No me importa seguirte esperando, eso siempre lo has sabido. Sólo quisiera terminar con este juego que tenemos ya tan grabado en la piel que ha dejado cicatrices imborrables. Algún día, quizá, podamos curarlas con amor, pero mientras tanto estarán ahí como recordatorio de tus horas ausentes, de las silenciosas promesas no cumplidas, de los encuentros postergados y de esos fríos besos de hiel que sigue albergando mi almohada junto con mis mares de lágrimas saladas.

Algún día podremos presumirle al mundo nuestro reencuentro, amado mío. Pero mientras tanto, entre tanto dolor y desesperanza, a veces se me olvida quererte.