martes, 18 de diciembre de 2012

Dreaming a dream


Soñé que lo que soñaba era mi realidad... pero ahora, en este estado de vigilia que antecede al despertar, me doy cuenta de que nuevamente estoy aquí, sin ti, sin los sueños e ilusiones que cree para los dos. Me niego a abrir los ojos, no quiero. Tengo miedo, miedo del miedo mismo que sé se manifestará ante mí en cuanto me haga consciente del aquí y el ahora.

¿Qué se supone que debo esperar de ti, de mí? ¿Cómo convencerme a mí misma de lo que debo hacer si mis motivos ya no son suficientes?

Luciérnagas de colores rodean mis alas de hechicera y siento los polvos de hadas inflando mis pulmones, y aún parece que hay tan poca magia en el mundo... Y luego esas personas, esos sabios que me rodean, insisten en que debo dejarte, en que debo olvidar este universo de estrellas para seguirlos a sus esferas de concreto... ¿Qué hacer, amor mío?

Oh, ¿dónde estás, dónde te has metido? ¿Acaso no oyes a los soldados que aporrean mi puerta? Han llegado cargados con sus armas y espadas, y arcos y flechas; quieren que vaya ante el rey. Éste, amor, éste es el momento en que deberías aparecer, escalando por mi torre, para llevarme contigo en tu corcel blanco a través de bosques y selvas hasta nuestro refugio, en lo más profundo del corazón, donde nadie más podrá tocarnos.

Y aquí, envuelta en el frío miedo, me siento como ese pavoreal blanco que vi aquella noche de invierno y al que hirieron por una de sus codiciadas plumas de plata... ¿será que van a matarme?

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